domingo, 25 de febrero de 2024

Experiencia, no sueño


Cuando contaba que cuando era niño solía tener un sueño desesperante, notaba que ni siquiera prestaban atención, y eso era muy frustrante.

Hasta que hace poco me di cuenta que la palabra “sueño” no era la adecuada para eso, sino que lo que yo tenía esas veces era en realidad una EXPERIENCIA

Una de lo más extraño. Inexplicable con palabras. Fenomenológicamente hablando, era algo así como una pesadilla, en la que estaba en algún lugar del Universo, en donde no había principio ni fin, ni formas quizá…no sé, hoy me lo explico así, aunque no estoy del todo seguro si esas son las palabras correctas.

Comenzaba con un ataque de llanto, me despertaban y, aún despierto y “entendiendo” que estaba teniendo algo como una pesadilla, seguía llorando y con la misma angustia. Y algo extraño es que veía a las personas y todo el entorno, como “lejos”, aun estando en frente, como que había mucha distancia, cómo estando yo desde otro lugar.

Continuaba llorando por un rato más, hasta que me volvía a dormir y al rato se me pasaba.

No sé cuántas veces me pasó, 3, 5, 7? Pero fueron muy intensas.

Eso fue en mi niñez, no recuerdo cuando fue la primera vez, pero la última debe haber sido por los 10 años.

Que explicación le encuentro hoy, que era eso? No lo sé, pero para entenderlo me gustaría contar otra cosa que me pasaba, pero en estado de vigilia:

Cuando niño también me ponía a pensar en el concepto de “infinito”, en dos variantes: espacio y tiempo.

-Espacio: pensaba cómo podía ser que uno viajara y viajara y nunca hubiera un “fin” en el espacio. Hacia el ejercicio durante un momento hasta que mi mente se detenía, no podía procesar la idea del espacio infinito.

-Tiempo: parecido, pensaba como sería el tiempo sin fin, que pasara y pasara y nunca llegara al final. De nuevo hacia el ejercicio de seguir ese razonamiento hasta que mi mente se detenía, no podía procesar la idea del tiempo infinito.

La gran diferencia entre ese pensamiento en el que sabía caer, es que era eso, PENSAMIENTO, a nivel mental.

En cambio lo del sueño era literalmente una EXPERIENCIA. La más angustiante que haya vivido.

Ahora sí, volviendo a la “explicación” que hoy le intento dar a experiencia, a mis treinta y tantos encontré un par de posibles aproximaciones:

Cuando estudie a Carl G. Jung y su esquema del aparato psíquico, la parte en la que viven los “Arquetipos” (algo totalmente incognoscible, inasible) me recordó a ese sueño.

También cuando leí El libro tibetano de la vida y de la muerte, cuando relata los “bardos” después de la vida.

Y por último la noción del Tao, de Lao-Tse, eso “sin forma” que está más allá de esta vida.

En síntesis: si tuviera que definir de la forma más concisa al sueño, sería algo así como “experimentar el infinito”, o lo “sin forma” que menciona el taoísmo y otras religiones orientales.

Y al hacerlo con una mente no preparada (la de un niño), esta simplemente colapsaba. Quizá era tan sólo un adelanto de lo que venía años después: una búsqueda que, hasta ahora, trajo más angustia y dolor que paz.


ψ DC