miércoles, 5 de julio de 2017

Religiosidad: natural o artificial?


                       

Desde la psicología tenemos dos posturas bien enfrentadas sobre la consideración del origen de la religión: la de Freud y la de Jung. Pero vamos primero a ver el origen etimológico de la palabra religión: proviene del latín religare o re-legere, que significa "volver a ligar el hombre a Dios".


Veamos: para Freud la religión es un producto de la cultura, en cambio, para Jung es innata del hombre, viene con él, por más que este no viva en sociedad ni tenga cultura.

Según Freud, la religión es un "defecto" (incluso llega a considerarla una "enfermedad") de la cultura, algo así como una neurosis obsesiva colectiva, y tiene su origen en la impotencia del hombre para enfrentarse con las fuerzas naturales exteriores así como con las fuerzas instintivas interiores. En cambio, para Jung, la religión es "una vía y dogma necesario para el desarrollo personal", dice que tiene un uso curativo, es como una "higiene espiritual" para el hombre. En sus vastos viajes por el mundo, observando culturas ancestrales de todo tipo, llegó a la conclusión de que siempre el hombre, por más que viva en estado salvaje o a-cultural, lleva consigo un instinto religioso natural como intento de explicar el origen del mundo.

Para Freud es un "sustituto" del instinto sexual o biológico, y genera desequilibrios en el psiquismo. Para Jung todo lo contrario: es la falta (o represión) de sentido religioso innato lo que puede llegar a generar desequilibrio.

Se suma a Jung la postura del psiquiatra vienes Viktor Frankl, para quien la religiosidad es "lo más sagrado que hay en el hombre". Veamos una de las diferencias básicas con el padre del psicoanálisis:


Freud: Dios es imagen (representante) del padre.

Frankl: el padre es imagen (representante) de Dios.