Cuando contaba que cuando era niño solía tener un sueño
desesperante, notaba que ni siquiera prestaban atención, y eso era muy
frustrante.
Hasta que hace poco me di cuenta que la palabra “sueño” no
era la adecuada para eso, sino que lo que yo tenía esas veces era en realidad una
EXPERIENCIA
Una de lo más extraño. Inexplicable con palabras. Fenomenológicamente
hablando, era algo así como una pesadilla, en la que estaba en algún lugar del
Universo, en donde no había principio ni fin, ni formas quizá…no sé, hoy me lo
explico así, aunque no estoy del todo seguro si esas son las palabras
correctas.
Comenzaba con un ataque de llanto, me despertaban y, aún
despierto y “entendiendo” que estaba teniendo algo como una pesadilla, seguía llorando
y con la misma angustia. Y algo extraño es que veía a las personas y todo el
entorno, como “lejos”, aun estando en frente, como que había mucha distancia,
cómo estando yo desde otro lugar.
Continuaba llorando por un rato más, hasta que me volvía a
dormir y al rato se me pasaba.
No sé cuántas veces me pasó, 3, 5, 7? Pero fueron muy intensas.
Eso fue en mi niñez, no recuerdo cuando fue la primera vez,
pero la última debe haber sido por los 10 años.
La gran diferencia entre ese pensamiento en el que sabía
caer, es que era eso, PENSAMIENTO, a nivel mental.
En cambio lo del sueño era literalmente una EXPERIENCIA. La
más angustiante que haya vivido.
Ahora sí, volviendo a la “explicación” que hoy le intento
dar a experiencia, a mis treinta y tantos encontré un par de posibles
aproximaciones:
Y por último la noción del Tao, de Lao-Tse, eso “sin forma”
que está más allá de esta vida.
En síntesis: si tuviera que definir de la forma más concisa
al sueño, sería algo así como “experimentar el infinito”, o lo “sin forma” que
menciona el taoísmo y otras religiones orientales.
Y al hacerlo con una mente no preparada (la de un niño), esta simplemente colapsaba. Quizá era tan sólo un adelanto de lo que venía años después: una búsqueda que, hasta ahora, trajo más angustia y dolor que paz.
ψ DC